El himno nacional tiene su origen en la Marcha Granadera, cuya primera partitura se encuentra en el "Libro de Ordenanza de los toques militares de la Infantería Española" de 1761, escrito por Manuel Espinosa de los Monteros.
Al ser los Granaderos acompañantes habituales de los reyes, esta pieza se interpretaba con frecuencia en presencia de la familia real, por lo que el pueblo identificó la melodía con el Rey, llamándola "Marcha Real".
Nuestro himno es uno de los pocos no creados exprofeso para este fin
sino que fue adaptado de una marcha militar del siglo XVIII, y gracias al
pueblo madrileño fue reconocido como símbolo real y posteriormente como
himno nacional tras la Guerra de Independencia, aunque oficialmente
seria el himno real como proclamó la Reina Isabel II....
Los antecedentes remotos los encontramos en el reinado de Fernando el Católico, cuando se compuso la Glosa sobre la pavana real. Compuesta por Enrique Valderrábano en 1547 para vihuela, que coincide con los 18 acordes de la futura marcha real. El origen de la pavana real nos es desconocido salvo que fue encargado por el capitán Gonzalo de Ayora, con el fin de que la guardia personal del rey desfilase orgullosa, paso del pavo.
Aunque algún autor como el arabista Julián Ribera, encontró coincidencias en la segunda frase de la Cantiga XLII de Alfonso X el Sabio, en el SXIII, defiende que esta y otras muchas cantigas son el origen de diversos toques de trompeta españoles.
Pero será en el SXVIII cuando debido a la necesidad de unificar los distintos toques de guerra, dentro del proceso de restructuración del ejército llevado a cabo durante el reinado de Carlos III. Se encargó la redacción de estas Reales Ordenanzas al Conde de Aranda que fueron aprobadas en 1768. Tradicionalmente La Marcha Granadera se ha atribuido a Federico el Grande de Prusia. Esta teoría surge en 1861 debido a la publicación de un articulo en el periódico "La España Militar", que sentó el origen prusiano de la partitura y la leyenda de unas conversaciones mantenidas entre Federico de Prusia y el conde de Aranda, en las que el monarca germano entrega una marcha al dignatario español cuando éste deja de ser embajador en aquella corte (1765), para que la haga llegar, como presente a Carlos III.
Esta teoría fue refutada por el descubrimiento de Ricardo Fernández de Latorre de una publicación manuscrita en 1970, durante una investigación en la Biblioteca Nacional. El manuscrito titulado “Libro de la ordenanza de los toques de pífanos y tambores que se tocan en la Infantería Española” obra de Manuel de Espinosa y publicado en 1761, y entre las distintas partituras se encontraba la marcha de granaderos. Tras la promulgación de las Reales Ordenanzas en 1768, se publica al año siguiente un Cuaderno de Toques de la Guerra que deberán observar uniformademente los pífanos, clarinetes y tambores de su S.M., donde reaparece la Marcha de Granaderos.
Espinosa se vio claramente influenciado en su obra por el final melódico de la Marcha de los Jenízaros de Luis XIV y la británica Yorkshire Militia. Este cierre fue añadido en su versión para pífanos de la Glosa de la Pavana Real, compuesta para vihuela.
Al ser los granaderos una fuerza de elite del ejército era frecuente que escoltasen al Rey o guardasen el Palacio Real por lo que los madrileños y visitantes asociaban esta composición con la monarquía. Durante la ocupación francesa, la marcha se convirtió en expresión popular de la nación española. En 1815, el 3 de febrero se promulgo como Marcha Española, y como toque de honor exclusivo.
Los antecedentes remotos los encontramos en el reinado de Fernando el Católico, cuando se compuso la Glosa sobre la pavana real. Compuesta por Enrique Valderrábano en 1547 para vihuela, que coincide con los 18 acordes de la futura marcha real. El origen de la pavana real nos es desconocido salvo que fue encargado por el capitán Gonzalo de Ayora, con el fin de que la guardia personal del rey desfilase orgullosa, paso del pavo.
Aunque algún autor como el arabista Julián Ribera, encontró coincidencias en la segunda frase de la Cantiga XLII de Alfonso X el Sabio, en el SXIII, defiende que esta y otras muchas cantigas son el origen de diversos toques de trompeta españoles.
Pero será en el SXVIII cuando debido a la necesidad de unificar los distintos toques de guerra, dentro del proceso de restructuración del ejército llevado a cabo durante el reinado de Carlos III. Se encargó la redacción de estas Reales Ordenanzas al Conde de Aranda que fueron aprobadas en 1768. Tradicionalmente La Marcha Granadera se ha atribuido a Federico el Grande de Prusia. Esta teoría surge en 1861 debido a la publicación de un articulo en el periódico "La España Militar", que sentó el origen prusiano de la partitura y la leyenda de unas conversaciones mantenidas entre Federico de Prusia y el conde de Aranda, en las que el monarca germano entrega una marcha al dignatario español cuando éste deja de ser embajador en aquella corte (1765), para que la haga llegar, como presente a Carlos III.
Esta teoría fue refutada por el descubrimiento de Ricardo Fernández de Latorre de una publicación manuscrita en 1970, durante una investigación en la Biblioteca Nacional. El manuscrito titulado “Libro de la ordenanza de los toques de pífanos y tambores que se tocan en la Infantería Española” obra de Manuel de Espinosa y publicado en 1761, y entre las distintas partituras se encontraba la marcha de granaderos. Tras la promulgación de las Reales Ordenanzas en 1768, se publica al año siguiente un Cuaderno de Toques de la Guerra que deberán observar uniformademente los pífanos, clarinetes y tambores de su S.M., donde reaparece la Marcha de Granaderos.
Espinosa se vio claramente influenciado en su obra por el final melódico de la Marcha de los Jenízaros de Luis XIV y la británica Yorkshire Militia. Este cierre fue añadido en su versión para pífanos de la Glosa de la Pavana Real, compuesta para vihuela.
Al ser los granaderos una fuerza de elite del ejército era frecuente que escoltasen al Rey o guardasen el Palacio Real por lo que los madrileños y visitantes asociaban esta composición con la monarquía. Durante la ocupación francesa, la marcha se convirtió en expresión popular de la nación española. En 1815, el 3 de febrero se promulgo como Marcha Española, y como toque de honor exclusivo.
En 1770 Carlos III declaró Marcha de Honor a la Marcha de Granaderos, formalizando así la costumbre de interpretarla en actos públicos y solemnes.
La Real Orden Circular de 27 de agosto de 1908 dispone que las bandas militares ejecuten la denominada Marcha Real Española y la Llamada de Infantes, ordenadas por el Músico Mayor del Real Cuerpo de Guardias Alabarderos, Maestro don Bartolomé Pérez Casas.
Ya que se asociaba al antiguo régimen a la Marcha de granaderos. En el Trienio Liberal fue sustituido por el Himno de Riego, con el nombre oficial de Marcha Nacional de Ordenanza. En 1846, con motivo del enlace real de Isabel II, se volvió a emplear la Marcha de Granaderos con el nombre de Marcha Real. En el periodo del general Prim se ordeno una Marcha Nacional, elaborada por el compositor italiano Squadrani.
Durante el reinado de Amadeo I de Saboya se trato de realizar un nuevo himno, debido al presunto carácter Borbónico de la Marcha Real y olvidando su antiguo origen. Tras un frustrado concurso nacional de himnos, se tomo la idea de convertir la Marcha Real en el la Marcha Nacional de España, el 8 de enero de 1871. Esta versión de la marcha fue arreglada por Pérez Casas en 1908 por orden de Alfonso XIII.
En la Segunda República la Marcha Granadera fue sustituida por el himno de Riego, restableciéndose en la zona nacional durante la Guerra Civil, por Decreto del 27 de febrero de 1937, aunque fue necesaria la publicación en el BOE de un nuevo Decreto fechado el 17 de julio de 1942 para que se diese cumplimiento al primero.
Finalmente, el Real Decreto 1560/1997 instituyó formalmente como himno nacional la partitura armonizada por Bartolomé Pérez Casas en 1908 y revisada y orquestada por el Maestro Francisco Grau, Coronel Director de la Unidad de Música de la Guardia Real.
En 1997 el Estado Español compró todos los derechos del Himno a los herederos de Pérez Casas. Se encargó al Teniente Coronel D. Francisco Grau Vegara un nuevo arreglo del himno, que se publico en el BOE de 11 octubre 1997.
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